La congelación es un método fácil y práctico para conservar los alimentos y evitar desperdiciar comida. Sin embargo, no todos los productos siguen siendo apetecibles una vez congelados y descongelados. ¿Qué pasa con los embutidos y los fiambres? Aquí te explicamos todo lo que necesitas saber sobre este proceso.
Encontrarse con más embutidos de los que vas a consumir en el momento es algo que sucede con frecuencia: una gran cesta o comida navideña, una oferta 2x1 que querías aprovechar, amigos que coinciden en regalarte chorizos del pueblo para tu cumpleaños, un mal cálculo en el número de comensales… Seguramente te preguntes si puedes congelarlos para comerlos más adelante. La respuesta es sí. Pero el proceso, como todo, tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Ventajas:
Desventajas:
Pero que no cunda el pánico. Si sigues nuestros consejos, podrás aprovechar las ventajas de la congelación y nadie notará que el embutido ha pasado por el congelado. Así, si en el próximo festejo sobran lonchas de tu jamón preferido o del salchichón que les encanta a los peques, ¡despreocúpate! Dentro de un mes o dos, podrás servirlos en la mesa como si acabaras de comprarlos.
En general, un embutido bien congelado (correctamente envuelto y con la temperatura óptima) conserva sus propiedades organolépticas y nutricionales de 1 a 2 meses.
¿Y después? Siempre que se mantenga la temperatura a -18ºC (o menos), el embutido, como cualquier alimento, se sigue conservando de forma segura. Eso sí: se va deteriorando y perdiendo su calidad. Por esta razón, es mejor rescatarlo del congelador en las primeras 8 semanas.
Si están en buen estado y los proteges bien, puedes congelar todo tipo de embutidos:
Para conservar los embutidos en el congelador de forma segura y que al descongelarlos su textura y sabor apenas se hayan alterado, conviene seguir estas recomendaciones.
Número de estrellas del congelador | Temperatura mínima que puede alcanzar | Tiempos recomendados de conservación de los alimentos |
1 * | -6ºC | 1-2 días |
2 ** | -12ºC | Hasta 3 días |
3 *** | -18ºC | Hasta 1 mes |
4 **** | -24ºC | Hasta 3 meses |
Como ves, para congelar los alimentos de forma segura durante más de 2-3 días se necesita una temperatura de -18ºC o menos. Solo así se detiene el crecimiento de los microorganismos que pueden pudrir el alimento o causar intoxicaciones alimentarias. Para estar tranquilo de que la temperatura no suba de -18ºC, es clave contar con un congelador de 4 estrellas.
Si no envuelves bien el embutido o lo congelas durante más tiempo del recomendado (pero siempre por debajo de los -18ºC), podrían aparecer coloraciones, quemaduras por congelación y cambios en la textura y el sabor. Aunque esto parezca lo más terrible que le puede suceder a un embutido, hay algo peor: que suponga un riesgo para tu salud. ¿Cómo podría suceder esto?
Descongelar correctamente un alimento es tan importante como congelarlo bien. La recomendación general es hacerlo dentro la nevera. Si lo haces fuera, el calor del ambiente podría acelerar la proliferación de las bacterias que han permanecido inactivas durante la congelación.
Según el tamaño de la pieza, tardará más o menos, pero calcula unas 24 horas para descongelar un embutido en la nevera.
Y recuerda:
Para congelar, cuanto más rápido mejor. Por ejemplo, con -24ºC los alimentos se congelan más rápido que con -18ºC, Además, si están bien envueltos, los cristales de hielo serán más pequeños, lo que ayuda a conservar la textura y sabor originales.
Para descongelar, cuanto más lento mejor. Así no se estimula la proliferación de bacterias. Por eso se recomienda colocar el alimento en la nevera el día anterior (o dos días antes si la pieza es grande) para que vaya descongelándose poco a poco. Otra opción: usar el microondas. Pero, no te ilusiones: para los embutidos el microondas no es lo más recomendable.
Seguramente ya imaginas la respuesta: se aconseja no volver a congelar un embutido ya descongelado. Es más: se recomienda consumir los embutidos descongelados en las siguientes 24 horas.
El embutido descongelado es perfecto para incluirlo en un montón de recetas, desde croquetas, albóndigas o guisos hasta sándwiches calientes y platos más sofisticados. Así, si existiera una alteración en la textura, por ejemplo, quedaría disimulada. Aquí tienes un par de ejemplos:
Quiches variadas. Con una masa comprada (de hojaldre o quebrada) puedes hacer auténticas maravillas. Rellénala con huevos batidos, cebolla previamente rehogada, queso y lonchas de jamón crudo o cocido, pavo o chorizo descongelado. Puedes añadir verduritas que te gusten. Esta es una receta muy rica con salchichas, puerros y queso gouda.
Brochetas creativas. Con tacos de queso, fruta (pera, por ejemplo) y jamón enrollado. O dátiles y jamón. Aquí tienes, una receta de brochetas de salchichas con verduras.
Ahora que ya sabes cómo congelar embutidos, puedes tener tus preferidos siempre a mano en el congelador, listos para darle un punto de sabor extra a tus recetas.